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En el templo, hoy restaurado, explotó una bomba salvando milagrosamente a los que acabábamos de rezar el rosario. A través del túnel de ferrocaril cruzábamos m u ­ chas noches para visitar a los nuestros que defen­ dían los puestos del Alto de los Leones y de Ta­ blada... ¡Qué recuerdos para mí tan emocionantes, con­ soladores unos, tristes otros! Perdón de nuevo y reanudemos nuestra historia, mejor dicho démosla por terminada, gritando un adiós a San Rafael ya su veraneo, que Guadarrama nos espera. Ya tres grandes camiones del Ejército del Aire nos esperan a la puerta, a la una, a las dos, a las tres... Todo y todos a los vehículos. Arriba colcho­ nes, mantas, cacharros de cocina, indumentarias, macutos y petaches, mayores y pequeños. Y en un santiamén, con la rapidez con que se montó la colonia, con esa misma se desmontó. Carretera hacia arriba al Alto de los Leones, primero, y carre­ tera después hacia abajo a Guadarrama, tercer lu­ gar de veraneo. Mas antes de llegar al término de nuestro viaje hagamos un alto para descansar y otear, aunque sólo sea rápidamente, el panorama que se nos ofrece. Guadarrama. — Uno de los pueblos de la sierra preferido por los madrileños para veranear; distan­ te de la capital unos 50 kilómetros, tuvo el inme­ recido honor de ser escogido para instalarse en el, al año siguiente, una nutrida colonia de niñas 123