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Qué cierto es que hace más el que quiere que el que puede, y que querer es poder. Y haciendo y queriendo se multiplican y hace cada una más de media docena. Había que ver a las buenas misioneras Pilar y María Jesús, etc., irde aquí para allá haciendo una las veces de enfermera, otra de cocinera, otras de electricistas, costureras, carpinteras, porque atodo había que atender y todo había que improvisar en aquel pequeño mundo infantil, sin olvidar la aten­ ción por grupos a los chiquillos. Sin estar dotadas del don de ubiquidad se las veía en todas partes, alternando el oficio de Marta con el de María y todo con la alegría que provenía de la satisfacción de hacer el bien a la porción más predilecta del Divino Amador de los niños. El paisaje escogido para la instalación de la co­ lonia no podía ser más a propósito. Por algo era el preferido para la gente bien de Madrid, Valladolid y Segovia. Rodeado de extensos pinares, ofrecía a lavista un aspecto encantador y un sedante incom­ parable para el cuerpo. A través de aquellas mon­ tañas cubiertas de espesos pinares podrían correr, brincar, gritar y solazarse el tropel de niños ávi­ dos de aire y de libertad. ¡Qué satisfacción se experimentaba al contem­ plarlos! Se nos imaginaban alegres pajarillos es­ capados de la jaula y disfrutando de la libertady del aire; o también como aquellos rubicundos ni­ ños aquienes el buen Jesús acariciaba y bendecía con sus divinas manos. 121

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