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peadas; varios lavabos inutilizados y escasez de agua corriente ya desde el principio. Y alí, con las incomodidades anejas a este im­ provisado local, instalamos camas, provisiones y petaches, entre gritos de alegríay buen humor. El pueblo nos acogió con simpatía. La noticia de que se trataba de niños pobres del suburbio ma­ drileño despertó entre la gente interés, tanto es así que, como en cierta ocasión, al regresar los niños de una excursión empapados de agua, sin traje la mayoría para poder cambiarse, enterados los vecinos se volcaron con gran cantidad de ro­ pas,comida, leñas, etc., empezando por el ayunta­ miento. Dificultades y percances no faltaron. El mayor de todos provino no de la escasez del vino, como en las bodas de Caná, sino de la escasez de agua. Allí los apuros. ¿Cómo remediar la situación? ¿Có­ mo consentir que un centenar de niños y de ocho personas mayores puedan permanecer en un local sin agua para el consumo diario, el aseo personal y demás...? Lástima no ser otro Moisés para hacer brotarde aquellas rocas manantiales de agua. Tam­ poco en El Espinar ni en San Rafael se encontraba ningún taumaturgo que remediara esta necesidad y así hubo de pensarse en cargar con todo el equi­ po para tratar de irse al Barrio de la Estación, cuyo grupo escolar ofrecía cantidad suficiente de agua para saciar a los sedientos veraneantes. Mas, pro­ videncialmente, no hubo necesidad de realizarel proyecto de traslado, porque el Señor, sin necesi­ dad de hacer brotar el agua de ninguna roca, tuvo 119

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