BCCPAM000549-1-40000000000000

En la formación espiritual de los niños ayudaba el Padre. Recuerdo a este propósito las palabras de admi­ ración de un viejo amigo al visitar la residencia veraniega de los niños de Tablada: «Admiro — me decía— su obra de las colonias veraniegas de es­ tosniños,pero sobre todo admiro la paciencia de sus monjitas en el trato con estos chiquillos.» «No se extrañe de su paciencia — lecontesté , es que ven en esos pequeños la imagen de Cristo.» No estará de más traera este propósito el hecho siguiente: Visitaba el Presidente de la República Francesa un hospital en el que ciertaHija de la Caridad curaba a un leproso en grado avanzado. Admirado aquel de la paciencia y exquisita ternura de esta religiosa que le curaba, se vuelve a ella y ledice: «Ni por 10.000 francos haría yo otro tanto » «Ni por cien mil lo haría yo -respondió la inte­ rrogada ,sino fuera por Cristo,cuya imagen veo en este leproso.» Otro cabal ero, que fue mi mano derecha en mis obras benéfico-sociales, m e decía: «Cuánto me edificanestas religiosas que, con la mayor natura- lidiad, toman la escoba y quinta los mocos a los ninos con su propio pañuelo.» Sólo hay una explicación en los actos heroicos realizados en pro de nuestros semejantes: «el amor de Jesucristo». «¿En qué libro — le preguntó en cierta ocasión San Buenaventura a Santo Tomás de Aquino— has aprendido esta ciencia?» «En éste», respondió el 117

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz