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ciudad conquistada por los nacionales, dejaba en mi alma una impresión dolorosa: templos incendia­ dos y destruidos, edificios convertidos en monto­ nes de ruinas,niños hambrientos, abandonados, viudas privadas de sus maridos «paseados», fami­ lias enteras sin hogar, sin pan para alimentarse, sin techo para cobijarse, sin fuego para calen­ tarse... Jamás podré olvidarlas trágicas escenas presen­ ciadas al penetrar en alguno de los pueblos re­ conquistados: Cebreros, elTiemblo, Navas del Mar­ qués, Hoyo de Pinares, Valdemaqueda... Se necesitaría no tener corazón para permanecer insensibles ante el relato de hechos, cual a cual más doloroso.. Aquí, una pobre madre deshecha en lágrimas, me cuenta el asesinato de su hijo sacerdote, por el delito de serlo... Allí, esposas e hijos que preguntan ansiosos por el paradero de sus esposos y padres, arrebatados de sus casas a las altashoras de la noche...Por todas partes, desolación, abandono, hambre y miseria. Todas estas calamidades por mí presenciadas en los diversos frentes de guerra, hicieron surgir en mi mente la idea de crear una obra de carácter religioso, dedicada al remedio de las necesidades más urgentes de las familias necesitadas. Contribuyó no poco a fomentar este proyecto el ejemplo de algunas instituciones benéfico-socia- les, creadas en la zona nacional conquistada. Ad­ miraba el bien que con ellas se hacía; pero, creí que el bien sería todavía mayor si estas institu­ ciones estuvieran impregnadas de espíritu todavía 8