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XII profesaron á ella y á los repetidos elogios que el Pontífice ha prodigado á la obra de San Francisco de Asis. —¿Recordáis en la historia algún otro Papa tan entusiasta por la V. O. como lo es León XUL —.Difícilmente encontraremos aun bus- cándolo con cuidado, sin embargo, Nicolás UT, á quien S. Francisco bendijo y profeti- 26 el pontificado, ha dejado recuerdos im- perecederos de amor y de cariño hacia esta orden. Fué protector de ella y al tener que confiar á Juan Gaitani el protectorado, di- rigiéndose al Cardenal, profirió estas pala- bras: Doyte lo mejor que tengo, el deseo de mi corazón, las niñas de mis ojos. —Teniendo en cuenta lo que acabáis de explicarme, ¿quién puede tener á menos el ceñirse el cordón seráfico? —Locura grande sería, hija de un orgu llo desmedido. El cardenal Treio tenía san- to orgullo en proclamarse humilde Tercia- rio, y decía que el hábito de S. Francisco era una verdadera púrpura muy propia para realzar la dignidad de los Reyes y de los cardenales; Pío IX se complacía tam- bién en recordar que era el Terciario y á ejemplo suyo, todo el que se tenga por tal, debe regocijarse y como enogullecerse de pertenecer á una tan santa y tan gloriosa iostitución,

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