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— 40 — —En la Eucaristía, donde el Señor quedó bajo blancos velos de pan, para atraernos y convidarnos á tan dulce banquete. —¿Qué establece la Regla sobre la Co- munión? —Dice en el número V y capítulo ya ci- tado, que debe hacerse como la confesión cada mes, por lo menos; empero ¿qué alma devota deseosa de medrar en virtud, dejará pasar todo un mes sin gustar el regalado maná de la Eucaristía? —Pero siendo nosotros tan imperfectos ¿es razón llegarnos á recibirle, con tanta frecuencia? —Sí, mil veces; y conviene hacerlo cada ocho días por lo menos, puesto que la Co- munión, fue instituida, como medio para ha- cernos perfectos y no como recompensa de perfección, —La razón me convence, mas la frial- dad del espíritu me retrae de gozar tanta merced. —No es en verdad buena excusa la que alegais, porque si os reconocéis frios debéis acercaros al fuego y el fuego sagrado está escondido en el Altar donde se recibe á Jesús. —¿Con qué condiciones hemos de recibir el pan eucarístico? —Con cuatro principales, á saber: Z/u- mildad, deseos vehementes, amor y reverencia. —Y; ¿qué hemos de hacer después de te- ner á Jesús en nuestro pecho?

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