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— y48— más remisos en la virtud y á los miopes de vista espiritual, una idea triste; deslucida estaría también ante Dios, ante los angeles y como ante los hombres probos. Nuestro deber como seres dotados de razón, como cristianos y como terciarios nos obligaá mirar mucho más por el adorno y regalo del alma, que por el del cuerpo. —¿Cuál es el adorno precioso del alma? —La gracia santificante, que es el joyan- te vestido que nos hace apreciables ante la “misma corte celestial. —Y ¿dónde hallaremos esa gracia? —En el bautismo primeramente; pero si la hemos ya perdido, en el Sacramento de la Penitencia. —:Qué consejo me dáis sobre la confe- sión frecuente? —El de la Regla núm. 5, Capítulo II, que os lleguéis á ella á lo menos una vez al mes. — Y ¿será bueno acercarnos á esa pisci- na, más veces? —Sí lo és, y la confesión aun semanal, debe ser práctica constante de toda tercia- ria devota. —¿Con qué disposiciones debemos fre- cuentar este Sacramento? —1.% Con el deseo eficaz de reconciliaros con Dios por graves ó leves culpas que ha- yáis cometido. 2.2 Con el afecto de una contrición sin» cera de los pecados habidos.

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