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31 — CAPITULO HI De los divertimientos de que trata la Regla. —¿Qué otra advertencia digna de men- ción pudiérais hacerme, sobre la observan- cia de la Regla? —A fe que me queda gana de que se os graven bien esas palabras con que hemos acabado el anterior capítulo, y son parte muy esencial de la Regla, en orden á cono- cer su espíritu. —¿A qué os referis? —A las costumbres públicas, modernas contra las que, debe levantar bandera todo buen Terciario. —Concretad vuestra idea. —Bien clara y sencillamente la tenéis, concretada en el número 11 del capítulo II, donde dice asi: «mo asistan á danzas y espec- táculos que sean inmorales.» —¿Por qué dáis á eso tanta importancia? —Dóila, por que esos divertimientos son, la red del diablo y en ella cae una gran multitud de almas. —De suerte, que, ¿juzgáis prohibidos al Terciario todos los espectáculos de diver- sión? —No; no es eso lo que quiero decir. —¿Pues qué? —Quiero decir, que los espectáculos mo- dernos preparados y puestos en ejecución
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