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hijos debe encaminarse á restaurar en todos los órdenes de la vida humana la idea cris- tiana. — ¿De qué modo? — Primero, perfeccionando la familia que es el santuario de la educación y segundo san- tificándose en el propio espiritu. —Señaladme lo que tengais á bien respec- to á lo primero. —Llamo yo perfeccionar la familia, á la creación dentro del hogar de un sentimiento de piedad en armonía con las prescripciones de J. C.; para eso, claro es, reclámase ante to- do, la cooperación que han de prestar todos los miembros de ella para que sea un reflejo de la familia de Nazaret, Jesús, María y José. El Padre ha de respetar á la mujer como Cristo á su Iglesia, José á Maria Santísima. La mujer ha de obedecer al marido como la Iglesia á J. C. que es su cabeza, ó como Ma- ría á José que debe ser nuestro modelo. Los hijos han de amar, reverenciar y ser- vir á sus padres, como los ángeles á Dios, y los padres han de cuidar y educar cristiana- mente á sus hijos para que sean piadosos. —¿Qué reglas prescribis 4 los padres ter- ciarios en el cumplimiento de su deber para con los hijos? —Tres pricipales; á saber: que procuren apartarlos de las compañias nocivas como los apartarían de los escollos de muerte; que cui- den de alejarlos de' los centros pecaminosos como los alejarian de un naufragio en medio
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