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e BO hacer sino esperar que llegue la hora de pro- fesar? —Diriase que se quiere burlar de la regla y que nunca llegará á ser buen terciario. —¿Y qué me decís de la profesión? —Que no es una cosa tan extricta como la que hacen los religiosos. —La profesión de un terciario ¿es voto? —No; sino, una simple promesa? — ¿Qué implica esa promesa? —Implica la resolución de perseverar en la orden, observando en cuauto se puedan sus leyes y costumbres. —Y esas leyes, ¿obligan bajo pecado? —De ningún modo; en su transgresión no puede haber pecado, ni mortal ni venial, á no obligar por otra razón. CAPÍTULO HI De la Regla de San Francisco. —Y; ¿qué me podréis enseñar acerca de esta regla de la V. O. T.? —Dejando á un lado lo que la crítica his- toria de M. Sabatier y otros, han dicho, di- goos que es venerabilisima por la antigiedad de ella y por el autor que la compuso. . -¿Quién fué su autor? 0 voy á ventilar aquí este punto que al- gunos quisieron poner en disputa: Un catecís- so, no es para alambicar asunto de contro- versia, y nosotros nos contentaremos con de- cir, consultando las antiguas leyendas de la
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