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DEL ILusTRÍSIMO SANTANDER. "e que el Omnipotente obra así, ¿quién será el hombre que se atreva á preguntárselo? Verdad es que algu- nosse meten á visionarios y Profetas sin haberlos Dios escogido para ello ; y por eso no podemos , ni debe- mos creer á todo espíritu , sino probar primero, 2n- tes de creer , si el espíritu es de Dios. Es un principio indubitable, que en toda vision 6aparecimiento debemos atender á quatro cosas. La primera,4 la persona áquien se hace: la segunda, á lo que habla el Wparecidn: la tercera, al efecto que cau- sa laapa aparicion; y la quarta;al fin del aparecimiento. Ya dexamos dicho, que Dios por su infinito pos der ha hecho tener visiones no solo á los pecadores sino á las bestias. La que montaba Balán, veía un Angel, y el mismo Balán nole veía. Pero esto es obrar de un modo «muy extraordinario. Lo regular es, que las visiones las tengan personas de probi- dad conocida, de costumbres irreprehensibles y só- lida virtud. Las palabras de semejantes personas llevan consigo un carácter de verdad ,á4 que no es justo contradecir sin urgentísimas razones, No solo ha de ser'buena-la ¿persona á quien se hace el apa- recimiento, tambien es necesario. que sea confor- me ála: doctrina de la Iglesia Católica lo que di- ga el aparecido. De todas las palabras no confor- K 2

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