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1 del carácter de la materia que tratan. No su- cede así en las Cartas familiares. En ellas se manifiesta el alma del que las escribe, co- mo ella es: se descubre su fondo ,se ve su es- tilo natural , se presenta y habla su corazón. Muy ciego sería quien no viese 4 San Geróni- mo como un hombre de una erudicion inmenz sa, de un genio firme , y de un carácter fogo= so en sus cartas á Nepociano,á San Agus- tin, á Demetriades, á Melania , á Eustoquio, á Paula , y á otras muchas personas. Quien no conozca en las cartas de San Agustin y San Bernardo dos hombres- sábios y santos ,' abra= sados en el amor de Dios, y ardíendo en de- seos de promover elbienw+=y desterrar el mal, será muy ignorante. ¿Quién leerá las cartas de Santa Teresa de “Jesus y las del Padre Maes= tro Juan de Avila , que «no descubra en ellas una muger criada por Dios para grandes coz sas, y un hombre de la mas sólida doctrina, capaz de conducir las almas á la mayor per- feccion ? Quien. vea las de San Francisco de Sales, las de Clemente XIV, -las de.!.cpero no nos detengamos mas: las cartas que ofrezz co al público demuestran hasta la misma evi= dencia esta verdad. «Ya se habian recibido" las obras impresas de este célebre Capuchino con particular aprecio en España , y €n otros:paisés: por ellas era ya conocido-eomo un religioso de espíritu , adornado de grandes conocimientos de la divina Escritura, de las“obras de los: Sañ2

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