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A. Cartas FaMILIARES la Iglesia: la fetidez de aquellos funestos despojos del cuerpo humano que salen revueltos entre la tier- ra: la perturbacion que causan á los Sacerdotes que celebran : la disipacion que ocasionan á los que oyen misa : la incomodidad que resulta á los penitentes y confesores que apenas unos á otros se entienden; y sobre todo la corrupcion á que está expuesto todo el pueblo, si el calor del verano sigue con alguna intension por algunas semanas, son cosas que pare- ee exigen ún mandato serio y vigoroso de que to- dos se entierren en un cementerio bien formado y cercado , que haya fuera del pueblo. Con lo quilse: lograria la limpieza de la casa del Señor, el mayór recogimiento en los que celebran, la mayor atención en los que asisten al santo sacrificio, y que todos en- tren en el Templo sin aquel disgusto que causa la fetidez que exálan las sepulturas. Por la misma razon de ser el pueblo muy nume- roso, y no habermas que un Convento de Religio- sos Franciscos observantes, se experimenta mucha falta de pasto espiritual, de modo que en el día aun hay centenares de personas sin cumplir con la Igle- sia. Mé parece que podria esto remediarse facilmen- te, mandando que los Religiosos Terceros de San Francisco del Convento de Faro', que éstan solita-

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