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prL ILostrfsimo SANTANDER. 339 tos límites, para elevarnos 4 practicar las obras mas heróicas;, y para no-caminar como ciegos entre las tinieblas dela vida. Desde su infancia la proveyó el Rey su padre de hombres sábios y virtuosos que lles nasen su entendimiento y corazon de luces y afectos santos. ¡O quánto se aprovechó María Josefa de sus lecciones ! ¡Con quánto placer leia baxo la direc- cion de tan hábiles maestros las santas Escrituras, formando de ellas su instrucciony sus delicias! ¡Con quánta. admiracion respetaba la claridad é inimita- ble: simplicidad , que caracterizan los santos libros! O 'quánto se elevaba su alma con esta'sublime poe- sía'que: celebra en términos tan magníficos la gloria del Señor! ¡Con qué deseos tan vivos recibia estas bellas máximas , estas sábias reglas de conducta pa- ra practicarlas despues en su: mayor perfeccion! ¡Con qué alegría reconocia en cada página la mano de Dios y el sello con que habia señalado esta su obra por excelencia! ¡Con:quánta admiracion mira= ba en ella.aquel: magestuoso conjunto de maravillas, que comenzando «con el género humano , siguiendo por grados, y teniendo su mayor incremento en los dias:de Jesuchristo ,“habia de'recibir-su última per- feccion” allá enel cielo! Aquí, ¡6 Princesa! -en 165 libros santos es donde aprendisteis la sólida piedad Vva