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322 Cartas FAMILIARES comemos los pecados de los pueblos, nosotros nos ali: mentamos con el patrimonio de los pobres , nosotros recibimos los votos y oblaciones de los fieles ?quál, sería nuestro juicio sí no clamasemos al Cielo por ellos, y si no les anunciásemos la voluntad de Dios para que sean justos, perfectos y santos? Todo lo pre- tenderemos en esta santa Mision; pero nada conse- guiremos , si por medio de la oracion no procuramos que nuestras palabras pasen del oido al corazon de los oyentes. Sí, venerables Sacerdotes , nosotros po- dremos elamar desde los Púlpitos : podremos hacer que nuestra voz llegue á los oidos de los circunstan- tes; pero San Agustin nos dirá: Cathedram in colo babet, qui corda docet ,eso de que desde el oido pase al corazon, que le mueva, le inflame, y le justifique, es obra del Omnipotente , que tiene su cátedra en los Cielos. Alí hemos de acudir, allí hemos de clamar, y allí debemos perseverar pidiendo hasta ser oidos. ¡O quántas conversiones ilustres seven en los Ser- mones; pero que son efecto de la oración de los jus- tos que claman en su retiro! Sin la oracion no será mas la predicación del orador mas eloqiiente que *es sonans, aut cimbalum tiniens. Mirad como los Apóstoles juntan ambas cosas para hacerse útiles 4 las almas, para llenar dignamente su ministerio,y

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