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Mi $ Y) 4 El! Al 5 4 4 | : 256 Sermon IX ticia ! ¡Dios sin santidad | ¡Ó. razon humana! aver- guenzate , horrorizate á la vista de los espan- tosos extravios á que te conduce la corrupcion del corazon! Santidad de Dios, justícia de Dios, providencia de Dios, yo os confieso, yo. os ala- bo, yo os publico desde el Oriente al Occiden- te , y desde el Septentrion al Mediodía , porque Dios ha críado mi alma libre , inmaterial , espi- ritual .é inmortal , para que obre con mérito la virtud , ayudada de su gracia: para que eli- ja el bien, y me aparte del mal con la esperan- za del premio: para que conozca lo verdadero, y ame lo bueno: para que entienda mi.nobleza, mi preciosidad y mi destino : para que tema el castigo del vicio , y espere el premio de la vir=- tud aun mas allá de los horrores del sepulcro. Vos , Dios mio , habeis impreso en mi alma es- tos deseos , estos temores y estas esperanzas: si mi alma fuera mortal como mi cuerpo, ¿no se- rían todos ellos una vana quimera , y Vos un en- gañador injusto? Sí, Dios mio , Dios bueno, Dios omnipotente y santo , solamente siendo Vos un injusto impostor podrian haber creido los Ro- manos , los Griegos , los Egipcios , que habia un lugar destinado á suplicios para los malos; y unos campos eliseos llenos de delicias para los buenos mas allá de la muerte de los cuer- pos. Unicamente siendo Vos un engañador tor- pe, podrian haberse persuadido los indios, los chinos , los mahometanos, los judíos, los chris- tianos, y todas las demás naciones , que las al- mas eran inmortales. Este grito, este senti-
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