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Verdad de las profecías y milagros. 229 y yo tambien me rindiera, responde el incrédu- lo, si una sola dificultad se me disolviera. ¿Y qué cosa. tan, única. es esa que retarda vuestra resolucion? ¿Yo, responde, veo con mi enten- dimiento esas verdades luminosas con mas cla- ridad que los objetos que miran mis ojos 3 ¿pero cómo es , que al mismo tiempo mi corazon se in- clina al mal, y mi imaginacion desgobernada me presenta ideas indecentes , desconcertadas , inz conexás , absurdas , extravagantes? ¿De dónde dimana una contradiccion tan ridícula de mí mis- mo: contra mí? Procuro huir del mal,'y él se me presenta : voy á hacer el bien, y se me huye. ¡Qué eriatura tan: incomprensible soy yo! Si los chris- tianos me suministran un hilo:de oro para salir de este laberinto : si me prestan una luz que saque mi alma de este abismo de tinieblas, nada mas tengo que desear : me rindo al momento : dez testo públicamente todos mis extravíos : me agre- go á su partido, y sigo constantemente la reli- gion de Jesu-Christo. Nosotros los christianos aceptamos la propuesta , y ofrecemos nueva luz, demostrando en los dos sermones siguientes la inmortalidad del alma , y la existencia 'del' peca- do original.
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