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contra los pretextos de la incredulidad. 143 las ilusiones: mas groseras y en los extravíos mas insensatos. ¿Serían ménos viciosos los incrédulos, si Moyses fuera un impostor? ¿Serían ellos vir= tuosos si los hechos y los dichos de Moyses fue- ranfabulosos? ¡Ay! ¡ay! Los preceptos del De- cálogo que aquel grande hombre presenta 4 los mortales, les incomodan. No pueden hermanaf= los con el desenfreno de las pasiones , ni con la libertad de .los apetitos de su viciosa carne. Es menester negar la ley , Ó mudar el corazon. Esto es dificil , aquello facil: esto exige muchos sa= crificios:, aquello ninguno mas que la resolucion de pasar por unimpío, ó por un incrédulo que en el dia-se estima por no: se que lastimoso abuso de. la razon. Si- el justo vive por la fe, como dice el grande Apostol San Pablo , es menester: decir que será un injusto quien no la tenga: La ira de Dios descenderá del cielo, sigue diciendo el mismo Apostol, sobre la impiedad é injusticia de los hombres, que impugnan femerariamente la verdad de Dios. El Señor los abandonará 4 los deseos inmundos de su corazon, y contami- nando sus cuerpos y los agenos y querrán ántes eervir á la criatura que al Criador. Entregados á un sentido réprobo, por haber negado á Dios, se llenarán sus almas de toda iniquidad , de toda malicia , de toda fornicación ; y de toda avari- cia; y se mostrarán al mundo como unos detrac- tores aborrecibles á Dios, como unos contume- liosos detestables á los próximos , como unos envidiosos , soberbios, orgullosos y desobedien- tes. Qui cum justitiam Dei cognovisent , non in- e y 7 ¡ d
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