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142 Sermon P. Pueblo , jamás tratan de irritar los espíritus, hu= millandoles su amor propio, y dándoles en ros= tro con sus desórdenes ; y se guardan bien de provocar la incredulidad con amenazas y castigos indiscretos. Por el contrario , Se les ye ganar as- tutamente algunos discípulos, adular la multitud y prepararla con aparente misterio 4 la cnedu= lidad, Seducidos los discípulos , propagan. ma- ñosamente algunos milagros obscuros entre hom» bres crédulos é ignorantes, y el impostor envuel- to en el velo misterioso de las sombras, espera su renombre., el aumento. de sus proselitos y y Ja creencia de sus prestigios como prodigios del cielo; y si despues de estas marchas ordinarias y naturales de la impostura, puede” sostenerla con la fuerza, la cosa es hecha: el amor de lo maravilloso seduce los pueblos , las conquistas los rinden , el tiempo la consagra y el impostor triunfa, ¿Hay en esta pintura algunos rasgos-que no sean verdaderos? ¿Podrá descubrir alguno en ellos el diseño de Moyses? No nos detengamos mas. No nos hagamos interminables. Asegure- mos con toda firmeza que los hechos y escritos de Moyses llevan consigo el carácter-de -lá ver= dad, el triunfo del «Judaismo, y la confusión y verguenza de la incredulidad. Si el corazon no estuviera corrompido, tado entendimiento conoceria y confesaría francamen- te csta verdad. Pero ¡ay! Los fétidos y crasos va- pores que exálan los desórdenes , obscurecen su luz natural, y á fuerza de envolverle entre las nieblas y sombras de los vicios, le precipitan en

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