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contra los pretextos de la incredulidad. 1133 blo Hebreo ha mirado aquel libro como dicta- do por la magestad de Dios, que les llenó de horror y espanto en el monte: Sinaí y Quando les dió su divina" ley con tanta publicidad; y escrito por su enviado el gran Moyses? ¡Ay! Los ineré- dulos instruidos ,' sintiéndose-abrumados con el irresistible “peso de estos hechos, se: rinden á la verdad , confesando con franqueza queel Pentás teuco es obra de Moyses , contra 'la que jamás ha reclamado en tantos siglos ni uno solo de tan grandes Sabios y Doctores del Pueblo Hebreo. Pero añaden , que todo :esto'fué el resultado de la política mas fina «del mas habil impostor que vieron jamás los tiempos: : ER No dexamos de caminar con bastante lenti- tud , mas al fin algo: llevamos: andado del cami- no de la verdad: Tenemos ya la existencia de Moyses , y confesada por los incrédulos la au- tenticidad de sus escritos. Pero él fué un impos- tor. ¿En qué ? ¿en su conducta personal, ó en su legislacion ? ¿en sus obras, Ó en sus palabras ? eno que hizo; 6 en lóque' escribió ? Es me- nester serlo de algun modo: «e sus prodigios'no siendo ciertos ;-6"en sus escritos no siendo” yer- daderos. Acerquémonos un poco á su persona para verle con toda claridad y: sin equivocacion. «Mirad bien aMí un póbrecillo Pastor apacen- tando las/ovejas' de su suegro Jethro Sacerdote de Madian*“miradle acercar ácun monte vécino llámado Horeb con una especie de respeto'¿te- MOP, -y Españto :miradle como se descalza y se Cra POCO más: y vidle-contardespues un
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