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contra los pretextos de:laincredulidad. par clases de personas bien diferentes, aunque uni- formes en cerrar los ojos á la luz de la verdad. La primera se compone de un puñado de hom= bres que se graduan de espíritus sublimes , de profundo entendimiento, de vastos conocimientos, y de un corazon superior á las ilusiones de la in- fancia , á los que llaman errores de la educacion, al encanto de los exemplos , y á la fascinacion de las supersticiones, y que elevándose por los es- fuerzos del raciocinio sobre la comun: opinion y creencia de sus semejantes, han descubierto nue= vos rumbos para llegar al país de la felicidad, desterrando de su conciencia los remordimien- tos, de su alma-la inmortalidad, y de su creen= cia la existencia de Dios. La segunda clase de incrédulos es mas numerosa , y se compone de hombres que lo son por falta de luces, por ca- recer de principios ; no: por una aparente con- viccion como los primeros, sino por seguir cie= gamente sus huellas por una especie de vanidad, por el orgullo de hacer un papel distinguido “y brillante en la sociedad humana, por seguir los vicios sin susto, y por presentarse con un bello ayre de superioridad á las que ellos llaman: pre» ocupaciones comunes. En una palabra:los priz meros, son incrédulos instruidos: los segundos, son incrédulos ignorantes , vanos, y libertinos. La verdad se presenta 4 unas y á otros, y con su vista se hallan en la feliz necesidad y dichosa precision de confesar su error á pesar de sus pres textos y objeciones. ¿Sucederá esto así? Debemos esperarlo, si yo acierto á demostrar que la cor- Tomo L E 4 e Sy pe A

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