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ee Sermon TIT, hes para con Dios, para con nosotros mismos y para con nuestros semejantes. Luego si Dios no nos ha revelado estas tres obligaciones, ved ahí al hombre entregado á las perplexidades mas hor- ribles : ved ahí al hombre reducido á uno de es- tos dos extremos : á seguir una religion arbitra» ria, Ó formarse un sistéma de religion. Es inevi- table esta formidable alternativa, si se niega la divina revelacion. Sí él sigue una religión arbitra- “ria se expone á ofrecer á Dias un culto imburo é insuficiente , á seguir una moral viciosa y cri- minal , y conformarse á una religion compuesta de vicios y extravagancias. Muchos siglos. há que el mundo idólatra y el mahómetano , nos és- tán dando una prueba harto sensible de esta ver- dad. Sí el hombre trata de formar por sí mismo un sistéma de religion, ¿cómo podrá realizar'éste proyecto la mayor parte“de los hombres que ha- bitan la superficie de la tierra, 4 quienes la fal- ta de talentos , la turbulencia de las pasiones , la brevedad de la vida , la multitud y embarazo' de los negocios, absolutamente se lo imposibilitáh? Pero supongamos que haya unos pocos adornados de un génio felíz, de una vida desocupada y tran- quíla, que puedan entregarse á formar un plan de religion por medio de sérias reflexiones y me- ditaciones profundas ; si estos pocos no son alum- brados 'por la luz de la revelacion , ¿en-qué la- berintos no se enredarán, en qué abismos de tinie- blas no se sumergirán sobre el culto, la moral y la divinidad? Bien claro lo vemos en aquellos ilus- tres ingénios de la antiguedad profana, que osaron