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DEL P. COLINDRES 45 Reyna, que anunció en público felices sucesos á la Imperial Casa, por tener en su Corte tan venerable Cuerpo (1). YE * Fue Colindres de una estatura perfecta, su rostro era el tea- tro de su Alma; grande en la sabiduría, grande en la virtud, grande en el arte de gobernar; en él jamas apareció aquella tristeza, que finge la hipocresia. Los movimientos de la cabeza» y de los ojos, nunca admitieron la afectación, ni sus pasos la pompa. Era grave sin artificio, serio sin rusticidad, severo sin amargura, magestuoso sin fausto; y una afabilidad circunspecta, pero natural, esparcia el agrado por todas sus acciones, Su Sepulcro está diciendo, que la ultima, y mayor hazaña es saber morir; y la veneracion, que inspiran sus cenizas, acuerda, que le sobreviven sus virtudes, España coloca su Estatua en el Templo de sus Heroes, y aunque posehe sus reliquias una Tierra estrangera, su memoria es ornato precioso de su Patria. Los trofeos de su Imagen, son monumento de sus hechos, censura de la delicadeza mundana, invectiva de la vanidad de los mor- tales, y estimulo, que excita á no perdonar á ningun trabajo por adquirir la virtud, (1) Despues de tres años pidió la Reyna de Hungria el Escudo de Armas de la Casa de Colindres, que se envió por mano del Secretario Español del P, Procurador General de la Orden.

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