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o y 40 ELOGIO gruente, conformes á la naturaleza, y circunstancias de los que lo necesitan, y hace vér en ellos su prudencia, equidad, y de- sinterés. ] - Como no es posible acertar en el gobierno sin el conoci- miento de los que han de ser gobernados, se aplica con estudio. particular al de sus Subditos. La solercia, esa virtud del enten- dimiento, que añade la cautela á la perspicacia, sin degenerar en astucia, lo hace esento de todo engaño. No se fia del exte- rior, mide las palabras, y las obras con la regular observancia; y la conformidad con este infalible principio, es el ber iva que dirige su discernimiento. | Corona todas las maximas de su conducta con un secreto: admirable, Unas cifras, que solo él puede entender, son los ar— chivos de todos los asuntos, y los recuerdos de su memoria, impenetrables hasta de sus Secretarios. Ni las materias de me- nor importancia gozan esenciones en este orden; porque es voz suya, que para que ni los acasos puedan descubrir las materias de alguna monta, es necesario habituarse ú4 guardar en silencio las que son leves, Asi llena Ja extension del supremo gobierno, que consiste en gobernar á los que gobiernan. Sus influxos en los Prelados Subalternos se vén logrados en todos los Individuos. Los Jovenes: se aplican á la observancia, y sabiduria: Los Predicadores edi- fican con la Doctrina, acompañada del exemplo: Los Confesores exercen su ministerio con fruto de las Almas: Los Ancianos mezclan con la nieve de las canas el fuego del fervor: Los Le- gos, en medio del trabajo corporal, conseryan vigoroso el espi- ritu al exercicio de la Oracion. O !quantos bienes produce! El Siglo tercero de la Religion Capuchina es el primero. _Mas qué prontamente pierde á su Padre, á su Protector, al Zelador de su gloria! Entra en el Austria, y observan sus Compañeros algunas señales de la decadencia de su salud: Cada paso dexa en el polvo algunos presagios de estár proximo al fin de la jornada de su vida, y no hay corazon insensible á vista de un General, que ha apurado sus fuerzas por la felicidad de su Religion. | Llega á Viena, y una fiebre lenta lo rinde á la cama. La Reyna de Hungria, con una humanidad admirable, va en per-= sona á visitarlo á su Celda; lo sorprende este honor, recoge 5 A E A 4 4 + : A
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