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DEL P. COLINDRES 35 tados los Secretarios, le instan 4 que se ponga á caballo, per- suadiendole con la mayor viveza la Ley de la caridad, que le obliga á mirar por su salud, y conservar su vida; mas él, pró- digo de si mismo, no quiere otro alivio, que el do reclinarse en sus brazos, respondiendo: Ha! mi salud, y mi vida no son mias, sino de la Religion, para cuyo exemplo me ha hecho su Gene- ral la Providencia Divina. Sentencia, que les impone silencio, /admirandose de vér un hombre, á quien no vencen los trabajos, - ni atimida la muerte. | En esta forma se presenta Colindres en todas partes, y tal : es la pompa de su entrada, No se dexa vér revestido de auto- | ridad, ni se hincha con el humo del incienso, que le ofrecen: antes bien, libre de la preocupacion de su Oficio, muestra cierto | ayre de magestad dulce, y excita el cariño, al lado del respeto. La templada luz de su agrado, recrea las Provincias, y apenas lo perciben, aparecen con un aspecto nuevo, asi como los cuer- pos del Universo al asomar el dia, : El cotejo de las costumbres con los votos, preceptos, y con- sejos de una Regla, que no es otra, que el Evangelio: la me- dida de las fabricas, y los muebles con una pobreza, á quien llama altisima San Francisco: la conformidad con la Santa Sede Apostolica, la sanidad de Doctrina en los Predicadores, la con- ducta, y progresos de los Misioneros en Jas Tierras de los. In- fieles: la atencion á la Disciplina en las Quaresmas, al exercicio de las virtudes, especialmente de la caridad con los enfermos: el destierro de los abusos, de la vanagloria, envidia, avaricia, y de toda la solicitud de este Mundo, todos puntos de la Regla, estos son sus cuidados, Tambien lo. es la observancia de las Constituciones. El Di- vino culto, ya en el Sacrificio de la Misa, ya en las Divinas alabanzas, ya en las dos horas de oracion destinadas en cada diaá este exercicio, es obgeto especial de su vigilancia. La una de estas horas está prefijada á la media noche, inmediatamente despues. de cantados los Maytines. Observa, que no pueden con- currir los enfermos habituales, los que vienen de viage largo, y los que están actualmente ocupados en el exercicio de predicar; y no quedando satisfecho su zelo, busca medios para mejorar esta providencia. Penetra el fin de los Legisladores, balancéa con él la circunstancia de la hora, y entendiendo, que aquel

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