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Y | ELOGIO San Francisco. No espantan 4 Colindres las grandes, y diversas fatigas del viage, por el consuelo de que vá 4 visitar unos Sub- ditos, que le ofrecen las. dulces. calidades: de Y Lem e Eb'Papa Je regála:uná Mola para ir á- caballo; eb dinodie soli roda dls: con la practica de muchos de sus Predece- sores: sabe, que el uso de ella no puede causar novedad, ni á la Religion, ni al Mundo; y que lo largo del viage, los repe- chos de las montañas, el paso por las nieves, yelos, y barros, y la edad de sesenta y seis años, lo piden con: la voz de la ne- cesidad: sin embargo, atendiendo el exemplo de los mas fa- mosos Generales, determina andar á pie casi toda la Europa. Qué aliento! - Pero qué asombro! Ver un General anciano discurrir á pie descalzo por las dilatadas Regiones de Italia, España, Francia, y Alemania, caminando siete, y ocho leguas al dia, á pesar de una complexion delicada, y sensible á toda incomodidad. Este rigor, que dá un lustre sobresaliente al Instituto Serafico, ar- rebata los ojos, y los corazones de todos; y las Carrozas, y Ca- ballos, en que vá como en triunfo la pomposa soberbia de este Mundo, nunca ofrecieron 4 los mortales tan admirable expec- taculo, Desde el Convento de Todi al de Amelia, no pudiendo sacar los pies de los barros, dexa las Sandalias, y resistiendose á subir á caballo, anda por ellos tres millas con las plantas desnudas. En Egra, Ciudad de Bohemia, envian sus Coches los prin— cipales Señores detrás del General, y sus Compañeros, juzgando, . que la abundancia de la nieve, y otras inclemencias del tiempo, los precisarian sin duda á usar de la dispensa; pero Colindres se niega con invicta constancia, diciendo: que el medio de con- servarse esta observancia en los miembros, es practicarla la c - beza ú toda costa. Aqui fue donde los Pueblos lo gritaron Santo, y hasta hoy lo llaman en Bohemia el Santo Capuchino Lances hay, en que manda calzarse, y subir á dnlíallo á sus Secretarios, y Compañeros, convencido de la manifiesta ne- cesidad; pero él prosigue animoso en caminar á pie, como si fuera insensiblé. En los caminos de San Lucar al Puerto de Santa Maria,y de Ezija. 4 Marchena, rendido al cansancio, se desmaya, y asus- 0 A

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