BCCPAM000546-1-14000000000000

DEL P. COLINDRES 29 A TI” a dl di o La abstinencia, y el ayuno: estos frenos poderosos de las pasiones, tan aborrecidos de los Idólatras de su vientre; son el regalo de su espiritu. La mesa comun es su delicia, en su esca- séz, y pobreza hace ver su templanza, y de cada plato parte con los Pobres. En el tiempo de la Visita, y de otros viages, en que le presentan variedad de viandas, se contenta con las pri- meras; reusa gustar las delicadas, y exquisitas, aun quando el deseo de que las coma, se las ofrece estudiosamente al principio, y oculta la intencion de mortificarse con el pretexto de la afi- cion á la fruta. El guiso estraño de algunas Naciones, que dis- gusta á sus Compañeros, es lisonja de su apetito, y dice á los que lo admiran, que el hambre es el propio condimento para hacer sabroso. y saludable hasta el pan mohoso. Siempre se niega á los combites de los Seculares, y solo admite los de los Soberanos. El Rey de Francia le dispone uno en Versalles, en que hace Regia ostentación la Magnificencia; yv la templanza del General se lleva la atencion de la Corte (1). El lustre de la opulencia, que vé, no entibia sa amor á la pobreza, Es su Alma muy sublime, para que lleguen á inficio- narla aquellas especies venenosas, que ofrecen las riquezas á los ojos de los avaros, y emponzoñan sus corazones, En su con- cepto, lo mas precioso del Mundo, es lo mas vil, y todo el oro no le debe mas estimacion, que la arena, Nada superfluo se halla en su Celda: ni aun en la necesidad quiere usar de lo preciso. Enferma en Bohemia, y haciendo noche en una Villa del Prin- cipe Colloredo, Procancelario de la Magestad Imperial, le dispo- nen una. cama magnifica; pero reusa entrar en ella, diciendo, que no conviene ú4 un Pobre. y pasa toda la noche sentado en una silla. | | En su ultima dolencia le envia la Reyna Apostolica sus Medicos, mandando, se le administren las medicinas de la Botica de Palacio. Qué hace Colindres? ' Responde con resolucion: No quiero otros Medicos, que los que visitan a los enfermos del Con- vento. ni otras medicinas, sino las que se recetan 4 los Pobres. (1) El mismo exemplo dió en Treveris, donde el Arzobispo Elector del S. R. L lo admitió á su Mesa con sus Secretarios; y el día siguiente fue este Augusto Principe con toda su Corte 4 comer al Convento de Capuchinos; haciendo S. A. E. segundo combite, en que excedioA la magnificencia la hu- manidad.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz