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Lip E, TA . o E e ES , Es ; , E 5 E E >] O E Y IT de cd Sl PH ; p É da , ? , " 28 ELOGIO PO los Grandes, ni el agrado e los Soberanos hinchan el corazon de Colindres, enemigo declarado de la vanagloria, como de la ambicion. Constante observador Pa esta odastía, a jmjsable. quando las Almas baxas hacen sin rubor su propio panegyrico, jamas sale voz de su labio, que acuerde los honores, y elogios, que le dieron, ni haga relacion á su nobleza,y estudios, ni á los acier- tos de su conducta; y si alguna vez se los presenta la lisonja, ellos encienden sus mexillas, y esta es obgeto de su abominacion, Desprendido de todo lo que suele aprisionar el corazon hu- mano, nada ocupa su memoria. sino su Colegio, á quien Hama siempre su santa Casa, y la. Religion Capuchina, en cuyo seno reside, Olvida hasta su sangre. Siendo Provincial de Castilla, dispone su viage para Roma al Capitulo General. Noticioso, su Hermano el Obispo de Osma, le escribe, que saldrá al camino á darle un abrazo; pero Colindres lo impide, respondiendole, que es mejor guardar para el Cielo esta orton ición cord donde el abrazo será eterno, General de la Religion, y honrado con la Grandeza, le ha- cen repetidas instancias, que le persuaden, vaya á ver á su Her- mana Doña Luisa, correspondiendo á la dulzura del amor de la Sangre, y de la Patria; pero se niega, diciendo, que este viage no pertenece ú su Oficio, Severidad bastante extraña en un amor natural! pero muy propia del que solo tiene por Patria al Cielo, y por Hermanos á los que hacen la voluntad de Dios: Herman- dad de orden superior á la de la carne, y sangre. No mira con menos ceñoá la blandura: ese vicio alagieño, que perdió á Sibaris, y enerva el espiritu, por regalar al cuerpo. Acostumbrado á la suavidad del Siglo, entra de repente en una. Religion austerisima. Qué nueva Provincia para sus sentidos! A las preciosas vestiduras de la Dignidad, y á la delicadeza de la ropa interior, succede un Habito el mas incomodo; al mu- llido lecho, la dureza de unas tablas; una comida grosera, á los manjares deliciosos; y á los placeres, y diversiones, las disci- plinas, que lo ensangrientan (1). (1) Las. que hacia en la Espalda segun nuestro estilo, las executaba su fervor con tanta fuerza, que los Presidentes le mandaban que cesase al se- gundo, 0 tercer verso del Miserere; porque á poco que prosiguiera, corriera la sangre. Fan amante era de penitencias!

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