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[Encuadernacion]. 1
[Cubierta delantera]. 1
[Cubierta trasera]. 768
[Portada]. 5
[Preliminares]. 7
[Aprobación]. 7
[Fe de erratas]. 7
Protesta del autor. 9
[Texto]. 11
Curso primero. 11
Discurso primero. La gracia divina. La prenda que mayor estima, que cuesta mucho mantenerla; mas sin ella no se adquiere Gloria, ni con Dios la amistad se gana. 11
Discurso II. Cubre a Dios el rostro la malicia de el pecado, y de suyo haze como quien echa à sus Divinas manos un lazo. 30
Discurso III. Ciega al hombre el pecado de manera, que hasta fingirle, que Dios ignora su delicto, le persuade. 40
Discurso IV. Es tan grande de el pecado la malicia, que la infinita Saviduria, parece no halla vozes conque explicarla, y solo con lamentos la significa. 45
Discurso V. La mayor malicia, y que mas acrimina la deformidad de el pecado, la ingratitud la explica. 49
Discurso VI. Agrava la malicia de el pecado, ofender al Criador, despues de averse por los hombres encarnado, é irrita mas su paciencia. 54
Discurso VII. Agrava la malicia de el pecado, la baxeza de el que ofende mas favorecido. 59
Discurso VIII. Pesa mas un solo pecado, para la Divina ofenda, que muchos servicios hechos para su agrado. 67
Discurso IX. No ay poder en todas las criaturas, para dar à Dios satisfaccion de condigno de un solo pecado, ni caudal en todas ellas para ser perdonado, en el interin que el hõbre en su alma le mantenga. 73
Discurso X. Tan resuelto se despide el hombre de su Dios, quando peca, que haze como que le pide, le firme con su mano su renūcia, y dè su asistencia el desamparo. 82
Discurso XI. El primer daño que causa la mortal culpa, que deve poner horror à la naturaleza humana, es la pèrdida de la gracia Divina. 90
Discurso XII. Pecando, pierde la amistad de su Dios el Alma; y se publica a sus ojos enemiga declarada. 97
Discurso XIII. Pierde pecando el hombre la filiacion de hijo adoptivo de su Dios. 102
Discurso XIV. Pierde el hombre pecando el derecho, que de congruencia, puede tener à la Gloria. 109
Discurso XV. Por el pecado mortal actualmente cometido, se pierde la gracia, muerense los meritos, hasta los que se ganarō en el Baptismo. 113
Discurso XVI. Tantos son los daños que el hombre pecando en su Alma triste amontona; que aunque contra èl se conjuren de la tierra, de el Cielo, y abismos las criaturas todas, no le pueden dañar tanto como el miserable, se daña à si mismo, en su pecado. 120
Discurso XVII. Aunque Dios con toda su omnipotencia quiera castigar á un pecador, no se darà tanta pena, como él se da por su culpa. 125
Discurso XVIII. En dando el hombre pleno consentimiento a la mortal culpa, queda en esse mismo punto, segun la presente justicia, â las eternas penas de el infierno, condenado. 131
Discurso XIX. Acceleras de tu vida los espacios à la muerte temporal, y sempiterna, segun la prisa conque pecas. 137
Discurso XX. Tan aborrecible es à Dios el pecado que de las penas, à que por él al pecador condena, no permite, que nadie se compadezca. 145
Discurso XXI. Quien desea moderar sus viciadas costumbres, y evitar los daños de el pecado, parece â considerar las eternas penas de los tristes condenados. 150
Discurso XXII. Tan atrozes son las penas del infierno, que pareze se admira el mismo Dios, de aver de condenar à ellas, para siempre los hombres que crió. 156
Discurso XXIII. Ausentes de Dios los condenados, carecen de todo bien, en que está resumido todo su mal, y su daño. 162
Discurso XXIV. Aquel verse encerrar los desdichados en los Abismos, para no ver jamás, ni un rayo de luz, será lo acervo, lo terrible, lo horroroso de su tormento. 167
Discurso XXV. Entre las horrorosas penas de el Abismo, la compañia de los demonios, es â los condenados, la formidable. 172
Discurso XXVI. El sentido que con mas alago se regala en esta vida, será en la otra mas crudamente afligido, y mas agriamente maltratado. 179
Discurso XXVII. Lo que sobremanera ha de atormentar en el infierno â los desdichados, serâ escuchar las burladoras vozes, que de pesar, y desprecio les daràn los Ministros de iniquidad, allâ. 186
Discurso XXVIII. Con el arrepentimiento de la culpa se escusan los daños que negocia â la Alma el pecado; y mueve à la misericordia infinita al remedio. 193
Discurso XXIX. No ay duda que el arrepentimiento de el alma, y de el corazon el dolor la negocian las amigables cercanias con Dios. 201
Discurso XXX. Gran gloria para Dios la corona que se labró el pecador arrepentido, con su Divina gracia; mayor parece, que la que fabricó al Justo su misericordia. Si en esta se gloria, en aquella mas se enzalça. 207
Curso segundo. 219
Discurso primero. Con ser inmutable Dios, parece, muda semblante, como nosotros estado. 219
Discurso II. Si el hombre se condenare, serà porque él se lo quiso. 228
Discurso III. Aunque Dios no nos huviera de premiar, le devieramos servir, por lo que devemos â tan Soberana Magestad. 235
Discurso IV. Remedio para no morir, en la oficina de la virtud se hallarà con abundancia. 242
Discurso V. Dificil cosa dar acia Dios la buelta en la muerte, quien nunca la dio en la vida. 248
Discurso VI. Son poco vistos de Dios los llantos que ocasionaron la pena, y no motivaron la culpa. 257
Discurso VII. La profanidad del trage en las mugeres, lamentan oy Cielo y tierra, porque tan desnudamente quieren pagar el escote, en esta vida, de tan infalibles tormětos, como en la otra les aguardan. 264
Discurso VIII. No se aflija quien padece; pues entonces mas favorecido, quando mas de sus penas, y de todo el mŭdo maltratado. 286
Discurso IX. Para convertir un rebelde: no se cansen, dexen á Dios lo reduzga. 292
Discurso X. Quiza se originan nuestros males, de la irreverencia en los Templos. 300
Discurso XI. Ecos son los Castigos que experimentamos, de las vozes, que hasta el Cielo dan nuestros pecados. 308
Discurso XII. El predicador assiente la mano llana, y lleva á su oyente; y responda pronto el oiente â su voz; si quieren dar entrambos buena quenta, en su tribunal à Dios. 315
Discurso XIII. Deje la profana gala, quien la usa, que si es despojo de el demonio, que importa se la lleve el diablo? 322
Discurso XIV. Tratase de las circunstancias de la Confession, que se deven observar en ella. En el acierto de la Confession estâ afianzado el seguro de nuestra salvacion. 331
Discurso XV. Pues quiere Dios remediarnos, cuydemos, con su gracia, disponernos, respondiendo al ser llamados. 352
Discurso XVI. Dexemonos amar de Christo, y sabremos, quanto se compadece de nuestros bien sufridos males. 359
Discurso XVII. No dudes catolico, que se muere Christo, por darte vida en el Alma. 366
Discurso XVIII. Para dar acierto a nuestras operaciones, no se consulten con la voluntad, dexen las rija el entendimiento. 374
Discurso XIX. La lengua mata, y se mata. 382
Discurso XX. Pecar tan de voluntad, y confessar tan violento? Violento remedio es. 390
Discurso XXI. Aventurar gracia, y arriesgar reputacion por lisonjear un plazer, es muy grande necedad. 395
Discurso XXII. Permitiendo lo que no deve, quien deve corregir deve hazerse culpado por entero de el pecado. 401
Discurso XXIII. Lo que sin consideracion se hizó, con consideracion se deve deshazer, si se quiere remediar. 407
Discurso XXIV. Quien quiere tratar de mejorarse, echese con la consideracion à morirse. 414
Discurso XXV. El sufragar las almas difuntas, regozija al Cielo, alegra al Purgatorio, consuelo à los vivos, despierta â los muertos. 421
Discurso XXVI. No logra los frutos de el Pan de el Cielo, el Alma ocupada de afectos de este suelo. 439
Discurso XXVII. Quien vive sin concierto, solamente para abrirse la puerta de el infierno, suele tener el acierto reservado. 447
Discurso XXVIII. Como milagro parece, que los hijos à los Padres no parezcan. 454
Discurso XXIX. tanto suele parecerse grande à nuestros ojos Christo, como de el Sacerdote estimado. 460
Discurso XXX. Lastima el tiempo que se passa en nada, y el que se mal logra, y pierde se lamenta. 470
Curso tercero. 481
Discurso primero. Buena cabeza la que no quiere vivir, si vé padecer los miembros. 481
Discurso II. Ambar parece exala por la boca, una alma arrepentida, en que se recrea Dios. 487
Discurso III. El vicio de hurtar infama, deshonra, desacredita tanto, como perjudica à la Alma. 493
Discurso IV. Donde ay paz, amor, sosiego, y union, se busque á Dios y se hallará. 504
Discurso V. La demanda de el pecar, acerca los espacios de el vivir. 514
Discurso VI. Suele Dios llevarse de el mundo sus amigos, porque no le estorben los castigos, que merece, viendolo tan perdido y rematado. 519
Discurso VII. Quien desea poner modo à sus costumbres viciadas, y negociarse firme estabilidad en lo bueno, parece â meditar profundo, el polvo de su nada y el caso de su entierro. 526
Discurso VIII. No escojas de la fortuna el estado, dexa à Dios que te le elija. 532
Discurso IX. El noble virtuoso empeño de subir, no se ha de envilecer con el ruin procedimiento de el baxar. 538
Discurso X. La mayor energia de la virtud, es batallar contra el vicio rey, à que mas se sujeta el animo. 544
Discurso XI. Que error el de los mortales, querer permanezca la Ley, que mantiene en su entereza el apetito, aunque la Divina se quebrante. 549
Discurso XII. Las que de el Estado feliz de la virtud dieron en caer, suelen ser los mas desvaratados en su vivir, que suelen dar à Dios mucho pesar, y à los hombres mucho que padecer. 557
Discurso XIII. Advierte bien en lo que piensas, y piensa bien en lo que adviertes, que en un pensamiento solo, puede estar afianzada tu buena, ó tu mala suerte. 564
Discurso XIV. De la ignorancia de nuestros excesos, procede el salir à meditar, en daño nuestro, los ajenos. 571
Discurso XV. Suele ser dicha llegar à pedir con modo á los Estrados de Dios, y venir â tiempo al rogarle. 578
Discurso XVI. En llegando el pecador à hazerse en sus operaciones rebelde , passa a ser en su juyzio, alucinación. 584
Discurso XVII. Con los castigos que Dios nos embia, no pretende maltratarnos, solo busca reducirnos. 591
Discurso XVIII. No se fatigue el rico, y bien acomodado, cargado de bienes de fortuna que si acude à las llagas de Christo, puertas hallará abiertas por donde entrar al descanso. 597
Discurso XIX. Suele Satanas a vezes inducir à bien obrar, por salir con su intencion. 602
Discurso XX. Preludio de una desgracia, el mas venturoso dia, si el desvelo no le logra en utilidad de el alma. 608
Discurso XXI. No ceses no, en tus lagrimas, que si por Dios las derramas, avrà quien quente las gotas. 615
Discurso XXII. No olvides de Dios la voz, y mas si te llama al Claustro. 621
Discurso XXIII. El aogo de las mas profundas penas, llaman mas presto al alivio, si llama à Dios en ellas. 629
Discurso XXIV. En los delictos agenos, que condenas, formas la sentencia que por los tuyos merezes, si bien quentas. 635
Discurso XXV. No te espantes no te llene, lo que sin Dios no te sacia. 642
Discurso XXVI. Guardate, quando el mundo lisongero te acaricia. 650
Discurso XXVII. En breve rato de penitencia, se pueden restaurar mal logrados años en desperdicios. 657
Discurso XXVIII. Nunca en una familia cae solo uno, quando cae y con dificultad el que es bueno halla en ella quien le siga. 664
Discurso XXIX. Tan suma es la bondad de Dios, que afianza el amor que le devemos, en el que â nuestros proximos mostramos. 670
Discurso XXX. Quien ha de alumbrar se ha de encender, quien ha de dar vida la ha de tener para prestar. 678
Indice de todos los exemplos, historias, humanidads, y similes, que contiene este tomo. 687
Indice de las cosas mas notables que contiene este libro, que se hallarán por estas notas. 707
Indice de los discursos de las dos partes de este libro aplicados a los Evangelios de Adviento, Quaresma, y Difuntos. 749

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