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DARAS tc tc 10 'az interior. todus las secretas infidelidades , que son toda la- causa de vuestras turbacioues !. XXXH. Alguna vez no son selos los de- fectos sensibles, los que Dios castiga con esa pena interior, sinó algunas reliquias del amor propio que quiere purificar. Estas son algun moho, ú hollin imperceptible , alguna liga de- licada, de quien solamente puede separarnos el mas activo y penetrante fuego de la tribu- lacion ?. Lo que debemos nosotros hacer en- tónces, y antes que todo, es, adorar la mano de Dios que obra sobre nosotros estas rigurosas, pero saludables operaciones; y su- plicarle que apresure su obra, á fin de que podamos amarle con el amor mus puro, y gozar de la paz intima de su corazon perfecto. XXXIH. Sin perjuicio de esta sumisión entera a los golpes de la mano del Señor, debemos aplicar los medios ordinarios, para sujetar los eserúpulos que juzgamos, que su Majestad nos envia, porque lo quiere asi; del mismo modo que quiere, que hagamos reme- dios contra aquellas enfermedades que nos envia su Providencia para nuestro bien espiritual; y a mas de esto, porque podriamos muchas ve- ces engañarnos, tomando por escrúpulo de la Providencia , al que nace de otro principio, y los remedios hacen el mismo efecto que el mal, y entran igualmente en el camino de nuestra satisfaccion, del mismo modo que las 1. Quia turbasti nos . exturbet te Dominus. Jos. 7,28. =— 2 Excoquam ad purum scoriam tuam; et auferam omme Stáannum tuum Isai. 2 25.
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