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70 Paz interior. podran decidirlas á poca costa, de esta ma- nera : Nada hay, que no haya estado yo dis- puesto a sufrir, antes que ofender al Señor, y so- bre todo mortalmente. ¿Fué menester volver á cumplir no una, sinó muchas veces, la obli- gación que me recelo no haber satisfecho en- teramente? Pues si yo no vuelvo á cumplirla, esta mo es la pena que yo aprendo, sinó el escrúpulo que yo quiero evitar. Esta no es pe- reza, pues yo hago obras de supererogacion, Mas penosas que ella : esta es prudencia pues la razon me lo inspira. Esta no es indiferen- cia para Dios, pues mi grande, mi absoluto, mi único deseo es dedicarme , y ser todo de su Majestad: este es celo por su servicio y por su amor , pues nada me impide tanto el contemplarlo, el gozarlo, el amarlo y des- cansar en él, como estas penas interiores que veo, se levantan y ponen sobre mí. Estos te- mores de no haber hecho bien mi deber, de los cuales yo estoy ahora mismo agitado, no 50n mas que unos miedos nuevos; pero de an- tiguas impresiones : no son luces sinó turba- ciones : cien veces me las han hecho despreciar; y mas debia despreciarlas áun en mi mismo, pues yo no veo en ellas sinó el sí, y el no, que no nacen de la simplicidad, ni de la inva- ciabilidad de su luz, sinó de la ignorancia é instabilidad de la carne 1. Mas la razon que me inspira, y la autoridad que me ordena que 1 Numquid levitate usus sum aut que cogito , Secun= um? carnem cogito, ut sit apud me est et non? 2, Corinth. 7,

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