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Obstáculos, y medios para vencerlos. 39 hace verdaderamente lo que la conciencia le propone como mejor; y por consiguiente zuando el Confesor se engañára , él estaba li- bre de toda culpa, porque él obra conforme á su conciencia. Será inútil decir, que la conciencia le pro- ponia el deber cumplir con esta obligacion; porque ella no se la propuso como una obli- gacion cierta, sinó como un simple miedo; y este, como dice san Buenaventura 1, no es el juicio de nuestra conciencia; que es la regla inmediata de nuestras acciones. Este temor, bien lejos de ser un juicio, no es ni una ver- dadera duda; porque la duda, dice el pro y el contra, con las razones iguales de una parte y Otra; y este medio no es mas que, una incertidumbre del alma, de la cual comun- mente no sabe dar razon alguna, Ó cuyas ra- zones al menos están sensiblemente destruidas por las opuestas: y á esto deben atender bien los escrupulosos , para distinguir estas dos co- sas que ellos confunden, siendo tan diferen- tes ; porque estos las mas veces creen dudar, cuando no hacen otra cosa que temer. Yo me atrevo á decir, que este no es temor de su espiritu, que siempre debe tener algun mo- tivo al menos ligero, sinó un miedo de pura impresion , parecido al que tienen los niños cuando están en un sitio muy oscuro del cual no saben dar otras razones, que el miedo 1 Aliud est conscientia, aliud timor conscientiz. San Bonavent. in Compend. Theolog. verit. lib. 2, can. 32.

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