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A e ¿o a SR e ti per 59 Paz interior. una oscura timidez. Dios es todo luz, y el hombre no es otra cosa que tinieblas. No con- siderarse sinó á si, y ballarse sorprendido de no ver sinó la confusion, es preguntar por qué no se vé el resplandor en medio de las tinieblas de un profundo abismo. Si quereis miráros vosotros á vosotros mismos (y sin duda es cosa precisa, pero ha de ser con dis- erecion), consideráos en Dios, arrimáos á Dios, y sereis iluminados , rodeados y penetrados de su luz; y no estareis tenebrosos ni confusos, simó cuando volvais á veros á vosotros mis- mos solos. La Colúmna, que alumbraba á los Israelitas , cegaba á los Egipcios, y la presen- cia Divina causaba la diferencia. XIV. Yo no sé, almas escrupulosas! Yo no sé, por qué no volveis la delicadeza de vuestra conciencia contra los mismos escrú- pulos, que os han sido tan dañosos. Ellos os han hecho muchas veces abandonar la comu- nion , y otras os la han vuelto árida , y Casi enteramente infructuosa. Habeis perdido la confianza en vuestros Directores, y no habeis tenido otro recurso, que el de vuestros últi mos miedos, La confesion es para vosotros una tortura, en que no entrais , sinó temblando y salis de ella como un reo, que sale del Tri bunal, Jonde le han tomado declaracion con un terrible interrogatorio. Mientras .los Otros hacen notables progresos en la virtud, voso- tros malograis un tiempo precioso: haceis ges: tos y visages en la oracion, os atormentais so bre todas vuestras obligaciones, pesais los áto-

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