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35 CAPITULO V. De la violencia de las tentaciones , y su resistencia. Los escesivos esfuerzos con que se resiste á las tentaciones, suelen alterar mucho la paz del álma. En estos lances se agita, se riñe y se atormenía , hasta llegar á una especie de fu- ror. Todo está en movimiento y en contienda, en aquel á quien tienta el Demonio, yá quien su propia actividad tienta mucho mas. El en- tendimiento se halla fuertemente combatido, la sangre está en una agitacion. violenta , el pulso es convulsivo, la respiracion va fuerte y pre- cipitada, la imaginacion se inflama, la cabeza se acalora, el pecho se consume; y no puede reinar prontamente la tranquilidad y el silen- cio, sobre aquella brecha donde se dá el asalto y se rechaza con tanta vivacidad. Este, á la verdad, no es buen modo de arrojar y ven- cer las pcs antes bien estos viole ntos esfuerzos no hacen comunmente otra cosa que, aumentar el peligro, y siempre producen la turbacion. Yo no digo, que esté en una arlificiosa inaccion el que se halla tentado vivamente: este es el esceso opuesto al que yo combato, é infinitamente mas condénable. Es mejor sin duda, defenderse furiosamente, cuando uno se halla atacado de sí mismo, que estarse en el estado pasivo de los secuaces de Molinos. Entre estos dos estremos, tiene el debido medio la
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