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Obstáculos, y medios para vencerlos. 35 mienza á hablar alto y precipitadamente; desde que empieza á apresurarse en sus acciones y a andar muy aprisa, nos echamos sobre él con una vista severa, para avisarle y advet- tirle la moderacion a que falta. Pero es de advertir, que quien nos ejecuta ordinariamente á este apresuramiento, es-nuestra imaginacion; mas no siempre la demasiada viveza de esta, ni nuestro corazon aprisionado, son el princi- pio de esta actividad , porque nuestro tempera- mento tiene parte en ella alguna vez; y en este caso puede venir á propósito la medicina, en socorro de la virtud. CAPITULO M La indolencia. Para amortiguar esta actividad tan viva, no es menester caer en la indolencia; porque siendo asi, seria el remedio peor que el mal, De todos los defectos que yo espongo aqui, el mas Opuesto á la paz interior es este, cuando es aquella el premio de las álmas animosas, y el fruto de su fervor. Se formaria una idea muy falsa de esta indolencia, si se esplicara por una cierta indiferencia «stólida y estúpida, que de nada se altera, porque nada la hiere; que es tranquila, no por posesion , sinó por- que tiene aversion al movimiento: y en la que la igualdad del humor. go es mas, que una

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