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Obstáculos, y medios para vencerlos. 31 de dejarnos encolerizar por nuestra vivacidad, seamos siempre los dueños y sepamos conte- nerla en los términos que prescribe una justa moderacion. Para acertar en esta materia, es necesario evitar todo lo que nos apasiona. No hublo aqui de, las pasiones groseras y criminales que despedazan el corazon; porque aquellos que las poseen, no aspiran á esta paz ni la cono- cen. Seria tan ridiculo hablarles del silencio interior y del descanso en Dios, como exhor- tar á los antiguos Parricidas á la tranquilidad y al sueño, cuando estaban metidos dentro de un saco, y con ellos un perro y un áspid, en castigo de su delito. Hablo, pues, de ciertas pasiones delicadas, que sin ser criminales, no dejan de sacar al álma fuera de si misma y de alejarla de Dios, á quien es necesario buscar dentro de si, como dice son Agustin 1. Estas son las pasiones , que la dan estas agi.- taciones y embates, y la sacan de aquel asiento donde ella debe estar, para poseerse á si misma y para unirse con Dios: asiento de espiritu, calma interior; pero tan delicada, que la cosa menor la altera, asi como el menor viento agita y turba la superficie de una agua tran- quila. Esto es lo que hacia gemir á san Ber- nardo y lo que le hacia quejar, sin embargo de su profundo recogimiento y de la austeri- dad de su mortificacion interior, confesando, que nada habia tranquilo en él, y que en to- 1 Intus eras, et ego foris guserabam te. Confes

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