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322 Paz interior. mente. su voz enel fondo del corazon: no querer sinó: 4 él por testigo de sus obras y para juez: de sus intenciones; y mirarse como solo con él en el mundo. ¡Qué estado repito tan sublime! al que no podemos lisonjearnos de haber llegado Ó de poder Hegar con las gracias comunes: y con: los esfuerzos ordina- rios. Tan tibios como presuntuosos, no hace- mos casi nada de lo que creemos poder hacer; y muchas veces pensamos haberlo hecho todo, euanido apenas hemos comenzado ó tenemos la idea y formamos el deseo. Pero si se lora que la santidad y: los milagros son muy raros hoy dia; se debe saber'“que el perfecto desa- simiento no es menos raro. « ¿Quién encontrará este verdadero pobre »de espiritu, despegado del amor de todas las »criaturas? Este es un tesoro que, es necesa- »rio irlo á buscar al fin del mundo *.> ¿Dónde se hallaran en efecto estas almas fuertes; que en todas materias se eleven 'so- bre todo lo que“ las rodea, y sobre ellas mismas; y renunciando los placeres de los sentidos, se priven delas comodidades de la: vida, y usen de «ste muúndo como si no lo «usasen ? ¿Quién es el tuchadof perfectamente desnudo, sobre +l cual elmundo, y la carne y todas las potestades del infierno , no fienen a' gun poder para trastornarlo ni para asustarlo? Estos son hoy"otros tantós milagros como los Ángeles - terrenos ;-*6 -168" hombres “celestiales 4 Imit. Christi, lib, 2, cao. 1.

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