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Práctica. 505 tibieza se tendria por dichosa de poder acabar? Ahora comienzo dice san Ignacio Martir !, á ser Discipulo de: Cristo, no deseando nada de lo que puede caer sobre los sentidos. Puede ser que nuestro amor propio sútil para en- gañarnos, nos persuadiera que este es un fervor estraordinario, mas propio para asus- tarnos y humillarnos que para instruirnos, si la sentencia de Jesucristo no fuese »formal. «El que no: renuncia todo lo que posee, no »puede ser mi discipulo. » Si debemos renun- ciar con un entero desembarazo del corazon todo do que poseemos , con mas razon debe- mos renunciar lo que no postemos, Y por consecuencia todo. Jesucristo corrió como un gigante; y es preciso estár libre y desemba- razado para seguirle. Seria falta de respeto querer gozar en:su seguimiento de alguna su- perfluidad , cuando a él Je faltó lo necesario hasta no tener dónde reclinar' la cabeza. Los Santos se desprendieron de todo; y esto los lMevó rápidamente á la contemplacion, á la union divina,. á la profunda paz que gozavon: y si nosotros estamos privados de estos bie Des; es: porque aún estamos inclinados a la tierra 2; y esto. no por el imperio del mundo 9 por otra cosa muy grande , si hay algo de grande -en el mundo; sinó tal vez ¡oh mise- 1 Nune incipio Christi discipulus esse, mill de his que videnturdesiderans. S fgnat. mart. ep. ad. Rom. — 2 [deb pauci inveniuntur contemplativi, quia pauci sciunt se h perituris .creaturis ad plenum sequestráré, Imit. Christi, lib. 3, cap 34.
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