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Práctica, 295 tambien la esperanza de que me será útil con los socorros de las oraciones, que me procu- rarán los que lean este Tratado, y me con- solarán abundantemente. Pero ¡ay de mi! Yo hablo de la paz que no poseo, y de la santa libertad que aún poseo menos. Yo. me apre- suro en escribir contra la precipitacion y tardo en llegar al fin. Mis amigos que saben lo que trabajo me precisan para que Se les entregue; y yo me ejecuto mas a mi mismo. Si me ocurre poner alguna cosa útil fuera de las horas en que trabajo, y alguna vez en las de la oracion, la tomo con ardor y temo perderla; dejo Ja pluma violentamente, y la vuelvo á tomar con una alegría sensible: me aflijo de la esterili- dad que me ha e detener; como de mi poca salud que me obliga frecuentemente á suspen- der el trabajo. ¡Ah! Señor ¿Qué es lo que hago, aquí? Es esta obra mia ó vuestra ? Vuestra voluntad 0 la mia? Si lo que trabajo es para vos solo, debo mirar mi tiempo como perdido, cuando un espiritu ingrato y una salud arruinada, me hacen sufrir una inacción y una. tristeza, que mortifica mas que el trabujo. ¿ Acaso. he pen- sado, que vos no contariais sinó las lineas que he escrito, y no la buena intencion que he tenido, ni el trabajo, que me he tomado? O ¿he deseado contar con olra eosa que COn vos? Y si yo pongo mi confianza en vos y MO en mi, para esta pequeña obrilla de la Paz interior y de vuestro Reino en ella, que es mas obra vuestra que la de todos los Angeles