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292 Paz interior. Y. Esta atencion a observar bien los mo- vimientos del alma en todas sus acciones, nO parecioa los Maestros de da vida espiritualy en particular al Autor de la imitacion de Cris- to 1, una aplicacion poco necesaria Y Muy en- fadosa; porque sabian cuanta es nuestra cor- rupcion 2; que en una misma accion, muchas veces noes la intencion la misma, y que Íre- cuentemente acaba con la carne lo que em- pezó con el espiritu. Sabian que la actividad si no esta bien gobernada y sujeta, óÓ man- cha en nosotros la obra de Dios, o se la apro- pia, creyendo tener mucha parte en ella. Es necesario por tanto confesar que en los lances en que los negocios vienen en tanto nú- mero, que es como imposible que les prece- dan estas reflexiones, suspensiones y eXime- nes, será preciso que los acompañen y sigan. Entónces no hay mas que entregarse al espi- ritu de Dios, para el eumplimiento de su sola voluntad: llenar sus diferentes obligacio- nes con toda suerte de euidado , sin precipi- tacion por afuera y sin turbación por den- tro: detenerse de tiempo en tiempo cuando se halla mas activo, para calmar al alma que se inflama desde que se agita; para desemba- razar el eorazon que al modo de una materia 1. Proh dolor! statir post momecam recollectionem foras erumpimus nec opera nostra districtá examinatione truti= mamut. Imit. Christ lib 3, cap. 31. — 2 Ubi jacent affeetus nostri, non attendimus ; el quam impura sint om- nia, non deoloramus. £bid.

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