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Práctica, 255 aprobar: que jamás lienen quietud ni dentro ni fuera; y cuyo celo devora el cuerpo como e) corazon; : porque las agitaciones que les da el enemigo de su salud, destruyen jgnalmente la santidad del ano y la paz del otro. 1. Cada uno debe llevar su carga. ¿Que- réis vosotros JHexar, Ja de lodos los demas? Queréis poner, el órden con el desórden de vuestra pasion, y corregir los fallas de vues- tros prójimos con las vuestras? El hipocrita mismo que condenó Jesucristo , dice modes- tamente: «Hermano mio: permifid “que Os quite una paja. que llevais en el ojo. » Y vos- otros. ¿0s hareis un mérilo en arrancarla ás- peramente, con autoridad y violencia? Exacer- báis el mal de vuestro prójimo , en lugar de curarlo ;: y econ vuestro enojo destinye la cor- reccion la virtud, que la manda. La caridad es, paciente y. dulce, *:. vuestro celo es, in> quieto. y amargo ; este no tiene Que ver con aquella, mas. que una agua salada con la dulce, como dice. el mismo apóstol 2: « Y »sisalguno. quiere, ser sábio y prudente enlre »yvosotros (continúa el mismo), se, ha de »hacer ver con una conducía llena de dis- »creccion y dulzura. Si al, contrario, estáis »animados de un celo lleno ¡de amargura que escite la indignacion en el corazon, y Jas »contestaciones en las palabras, guardáos, de 4. Charitas.patiens est , benigna est J..Cor, 155 Y. 4. 2 Sic nec salsa dulcem potest facere aquam. Ep. Ja- cob 3, Y. 12.

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