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| ll ! ¡Ñ I ll 250 Paz interior. nencia habla por él; corta la mitsd de lo, poea que queria decir, desde que la bondad de su Padre lo interrumpe. Cuando. su ternura st inclina sobre él para abrazarle , no se retira con una humildad mal entendida; mas tampoet queda en él uná confianza llena de fiereza, Se deja desnudar de sus vestidos rotos y revestir Je Jos magnifleos , sin estenderse en di-cursos supérlluos. Vé con un humilde silencio, pero con ojos agradecidos el festin que se le prepara: toma la silla con que su Padre le convida, sin exágerar eon esclamaciones mal puestas la magnificencia de su buen Padre, y su propia indignidad. No oye Ja sinfonía con un aire melancólico y eonsternado ; pero tampoco pone cuidado en mezclarse con los que cantan, para hacer brillar su admiracion y agradecimiento. Una alegría modesta y una grande prudencia, juntas á los sentimientos del pesar y del re- conocimiento, que su Corazon penetrado ma- nifiesta sin afectación con sus ojos, y con to- dos sus movimientos , esprimen mejor que todo, la sinceridad de su conversion, y pre- sentan el modelo de la verdadera penitencia. Dejád pues allá este fervor que sabe á entu- sismo, y que es menos de lo que nos parece. Volved á Dios con mas candor que aclivida '; porque mas amá su bondad un corazon herido, que no puede esprimir sus afecciones , que Una imoginncion inflamada que no sabe detener la impeluosidad de sus llamaradas, Y si Os p1- rece que vuestro corazon no está en silencio, nomas que porque está sin: fervor, presen

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