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Práctica. 235 que á sus disposiciones, las mira antes como desgracia que como malicia: todo lo cual es un don especialisimo de la divina bondad, y una preciosa prenda de sa amor. Yo me atrevo á decir, no para asuslarla, sinó para descu- brirla la ilusion oculta bajo esta bella apa- riencia de reconocimiento de si misma, que no vé tudo el mal que tiene. Los Santos lo- grarian en este estado grandes ventajas. sin perder la paz. Testigo entre otros, san Fran- cisco de Asis, de quien se dice que se. crela el mas grande. de los pecadores, y sin em- bargo estaba siempre con una santa alegría, enemigo declarado de la tristeza , no solo en si, sinó tambien en los otros. Si se turba de ver la corrupcion de su corazon, no es esto porque se conoce á fondo , sinó porque se vé en un dia malo; y esto es mas vista confusa que claro conocimiento. Pero esta falsa noticia de si mismo no pro- duce la humildad , que debe ser su fruto. Se ven comunmente personas que se duelen en apariencia, y dicen en efecto mucho mal de si mismas; pero realmente están llenas de la idea de su propio mérito ,, del cual «stan 0cu- padas sin cesar: tienen melancolias decisivas, lenas de despecho, y en el fondo están me- nos humilladas: es mal, que ven lisonjeán- dose de saberlo discernir... Esta turbacion y temor escesivo son bra Jel demonio ; y este siempre soberbio , hincha el corazon áun cuando abate el ánimo. Y esta es, hablando eon Santa Teresa , una humildad diabólica que

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