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232 Paz interior. estas almas preocupadas, en las cuales nada de lo que se les dice puede causar la calma ni las puede penetrar. Dice pues: « Es nece- »sario atacar al pecado que está dentro del »eorazon , destruirlo alli y confundirlo. ¿Se- »ria bueno que el Publicano levantase la ca- »beza, entrase en el Tabernáculo y fijase sus »audaces ojos al lado del Santuario? Lo que »le conviene es quetarsé en lá parte de afuera »del Templo, bajar los ojos, herirse el pecho, »abismarse en sa nada, y aún mas, en la pro- »fundidad de sus desordenes, porque conside- «rar las llagas y sondearlas cuando aún están »abiertas, es el m-dio de saber su profundi- dad y de conocer toda la estension “de sus >miserias. > Habeis dicho : Yo conozco y gus- tosamente en este discurso, la inclinacion a vuestras ideas y vuéstro ardor escesivo: Pero escuciiadme tranquilamente si es posible. MI. Es necesario destruir el pecado, esto es sin duda: Pero ¿es necesario para esto des- truirse 4 sí mismo? Turbar su razon? Arvui- nar su salud 'cón la violencia de sus mMovi- mientos'? Desordenarse por dentro y fuera, y salirse del estado de seguir la Divina luz y su propio discernimiento? Es necesario romper su corazon: es sin duda. Pero no se puede hacer esto ¿sinó á eosta del reposo? Es ne- cesario sondear sus llagas: Pero ¿ es preciso en- venenarlas y hacerlas mas grandes, para saber profondizarlas ? El Publicano está á lo último del Templo, golpeándose el pecho y bajando" los ojos: Si, este es su “oficio y la situacion que

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