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Práctica. 295 MÁXIMA PRIMERA. No es necesario temer mucho las tentacio- nes ni deseur con mucho. ardor estar libre de ellas; porque el miedo escesivo nos tendria en un espanto continuo, bastante para hacer volver la tentacion con la viva imágen que conserva- vía en si: daría nuevo ardor á nuestro ene- migo, y nos dibilitaria á nosotros para el tiem- po del combate. Y asi estemos bien persua- didos que Dios no permite jomas que seamos tentados sobre nu stras fuerzas ; y que de este modo, no nos pueden hacer las lentaciones sinó aquel mal que nosotros queremos. De otra parte, ellas producen siempre en las almas fie- les buenos efectos, las humillan, las escitan á la vigilancia, las ejercitan la paciencia, y el ánimo, las conservan el fervor, las acercan frecuentemente á Dios , las hacen compasivas Je las enfermedades del prójimo. y capaces de darles útiles consejos : Jo que muchos veces ha llevado a los Santos 4 sufrirlas con alegtia, bien lejos de pedir a Dios que los librase de ellas £. En fin, todas las que vencemos nos merecen. corona, y nos dan armas, asi como armó á David el mismo triunfo que: ganó so- ore Goliath. j MAXIMA SEGUNDA. No se debe oponer siempre á las tenticiones ma viva. resistencia, sinó sustitnir "el despre- 1 Santa Teresa. Camino de la Perfeccion

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