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220 Paz interior. susaltaí y me Sarrastra ados abismos. ¡Pode- »rosa Protectora! daos prisa á socorrerme.>» Pero no para aquí porque aunque el estado de vuestra alma sea tan trisle y desesperado, como el del célebre Teofilo. vendido al de- monio no solamente por error y por desorden, sinó por eleccion y por convencion espresa, escrita de se. mano y con su sangre: hallareis siempre como él, en la confianza en Maria, la esperanza, la gracia y la salvación 1. VU. El amor de Di»s sobre todo, es pro- pio para traer la paz a Un alma. afligida de esta especie de tentaciones ; porque dilata el corazon. Jo fortifica, le inspira los sentimien- tos generosos, y destierra ese género de temor que hace infelices; y: que no es propio sinó de los eselavos —Vedlo en un ejemplo sabido de san Francisco de Sales: Celoso el demo- nio de la paz de su “alma. y de los progresos que hacia en la virtud por este medio, le puso en el entendimiento , que en vano alormen- taba sus: inelinaciones y mortificaba sus sen- tidos ; pues no estaba en el número de los predrstinados. ¡Idéa bien espantosa para un 4 Tu peccatorem quanimlibet fetidum non horres, non despicies ;: si ad te: Suspirayerita. .. Tu ¡llum A despe- rationis barathro piá manu, retrahis spei medicamen as- piras, foves..... qUOusque horrendo Judici miserum recon- cilies, Famosum hujus tuze benignitatis testimonium est per te Theophilus restauratus grati. S. Bernard. , in deprec el laude Marie. Si quid spei in mobis, est, si quid gratiz, si quid salutis; ab ea (Maria) noverimus redundare. 1d., Serm. de Aque duclu.

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