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Escelencias. 141 riesgos, es poseerse á si mismo. El que vuelve la cabeza para ver un profundo precipicio , cae en él, porque á la presencia del riesgo se pone á temblar, y embargado del susto, se le turba la vista y se le hiela la sangre; el conocimiento y las fuerzas lo abandonan á un mismo tiempo: y ya no se halla en estado ni de elegir los medios oportunos para la fuga, ni de ponerlos en práctica : figura muy natu- ral de la situacion de un alma turbada por el temor escesivo de caer y rendirse a la ten- tacion, vivamente descrita por el profeta Da- vid. Despues , dice, que mi corazón está turbado, mis fuerzas se han retirado de mi : todos los ob- jetos capaces de consolarme y de sostenerme , han huido de mi vista , y me veo sepultado en una noche profunda 1. Si esta alma se sostiene, no puede ser de otro modo que por una especie de milagro, y por el socorro de una gracia toda especial, que Dios no deja de dar á la que no se ha hecho indigna, y cuya turbacion procede mas de un temor escesivo, que de una manifiesto infidelidad. Y ¿habrá alguna, que quiera en- tregarse á esta inquietud, siempre mezclada de una secreta desconfianza del socorro de Dios, como de su propia flaqueza ? Y ¿habrá alguna. que desprecie los dictámenes de un Director, que prescribe para estas ocasiones una regla segura? Y en fin ¿habrá alguna, que pierda , Y Cor meum conturbatum est, dereli quit me virtus mea, el lumen oculorum meorum, et ipsum non est mecum Psalm. 37, 14,

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