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Práctica. 203 icostumbradas á discernir el pecado, la duda le haber consentido ,es una presunción y casi ina certeza de no haberse rendido, al menos sostá el pecado mortal. Y los pecados venia- es en esta materia, antes lo son de nuestros jemidos y de nuestras precauciones , que de juestros rigorosos exámenes y de muchas me- x1udas confesiones. CAPÍTULO IV. Seguridad interior en las tentaciones de vanagloria. ,. Ouro especie de tentacion que lleva ordinariamente la turbacion al, corazon, son los pensamientos y sentimientos de vamaglo- ria. Se sabe que este vicio disgusta infinita- mente á Dios; que es el veneno de todas las virtudes, y que él solo es capaz de perder las almas santas: que arruina .el mérito de todas las buenas, obras , y que las vuelve ma- teria de condenacion. Se sabe. lodo esto., se tiene en la memoria, y el. demonio, todo so- berbio, no deja de exagerar su malicia. Todo es bueno para él, como introduzca la turba- cion en las almas, en las que no vé el santo reposo sinó con. el: último despecho. El lazo es muy sútil y es raro el que no cae en él. ¿Quién creeria en efecto poder temer mucho á la vanidad, y que el padre de la soberbia

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