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196 Paz interior. necesarias en estos momentos tenebrosos. El enemigo se desconcierta, cuando mira que mostramos una continencia firme Y segura: y bien lejos de ganar alguna ventaja, pierde ul tentar; mas si estamos siempre mas hyumil- des con el sentimiento simple y tranquilo de nuestra flaqueza; y mas esperimentados , por usar de la fuerza qué nos viniere de lo alto; si poseemos siempre la paz con mayor mé rito ; y Si en fin, nuestra enfermedad se for- tifica con todo lo que él hace para aterrarla; asi como la caña'se nutre con el torrente mis- mo que la agita. M.. Habeis superado una enfadosa tenta' cion, y habeis quedado satisfechos , que ha- beis frustrado todas las esperanzas de vuestro enemigo.... Os habeis engañado. Si él no ha podido ganar de vosotros lo que habia de- seado su malicia , ha conseguido al menos todo lo que esperaba, habiendo salido vosotros del combate todos turbados , todos disipados y consumidos de fuerzas. No se puede gloriar de haberos hecho caer en el precipicio que se presentó: os vió muy lejos de pelgrar, y muy bien sostenido por la mano del Señor: no pretendió sinó que os asustaseis y turbáseis mostrándoos la profundidad de ese abismo; y pór eso no desespera de conduciros á él en seguida, ni necesita mas que de vuestro su-to, si él puede fomentarló con la turbación en que ya estuis. Él vs ataca en vuestro cor-zon,* como se ataca alguna vez al enemigo en una fortaleza , no para forzarlo allí sinó para sa-

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